Seamos sinceros: no necesitas que otro fotógrafo te hable de "la magia de viajar" mientras sostiene una taza de té con las dos manos. Soy Jose y, a diferencia de lo que ves en Instagram, mi fotografía no es un retiro espiritual; es el resultado de una obsesión bastante poco sana por el café de especialidad y por llegar a sitios complicados.

Dicen que la fotografía de viajes es romántica. Quien lo dice no ha intentado montar un trípode en Islandia con viento racheado de 70km/h después de una subida de 15 kilómetros.

Entiendo el viaje como una mezcla de disciplina y obsesión. Me gusta el café hecho con precisión casi de alquimia, las rutas de montaña que te dejan las piernas temblando y esos paisajes que te hacen sentir pequeño. He vuelto a Islandia más veces de las que puedo justificar, he cruzado los Alpes suizos y me he perdido en el orden obsesivo de Japón para entender que una buena foto no es un regalo, es el resultado de haber llegado un poco más lejos que el resto.

No suelo buscar las fotos que todo el mundo tiene en Instagram (Aunque sean preciosas). Busco la imagen que sobrevive al paso del tiempo, la que tiene textura, caracter y ha costado un poco de barro.